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Fragancia:Copal

Stock disponible

Características principales

Marca
Artesanías Jiménez
Modelo
250 GRAMOS
Formato del incienso
Grano
Tipo de envase
Bolsa
Formato de venta
Pack
Peso neto
250 g

Otras características

  • Ingredientes: Copal

Descripción

Disponible para envío inmediato, para adquirir envío gratis recomendamos agregar dos cantidades de este producto.

¡Descubre la pureza y la magia del incienso de copal!

El incienso de copal, una joya natural que te transportará a un estado de serenidad y conexión espiritual. Nuestro producto se distingue por su autenticidad, ya que es autentica resina natural de copal, sin adición de polímeros ni químicos artificiales.

El copal, es obtenido de la bursera copallifera, es un árbol sagrado que crece en las tierras cálidas . Con siglos de historia a sus espaldas, esta resina ha sido reverenciada en diversas culturas por sus propiedades purificadoras. Al quemar nuestro incienso de copal, liberarás una fragancia exquisita que llenará tu espacio con una atmósfera de calma y armonía.

Nuestro incienso de copal es ideal para aquellos que buscan una experiencia auténtica y sin compromisos. Al optar por nuestro producto, te beneficiarás de una resina natural de la más alta calidad, que ha sido cuidadosamente recolectada y procesada para preservar sus propiedades aromáticas.

1. Aromatizar el ambiente.

En la antigüedad, el incienso se utilizaba para purificar el ambiente en donde estarían o pasarían personajes importantes, como el rey o el emperador. A causa del calor, el ambiente en un lugar podía tornarse fastidioso, entonces el incienso se utilizaba para “purificar” o “perfumar” el ambiente. Este sentido, meramente material, también podemos mencionarlo en la liturgia: el incienso se utiliza para purificar el ambiente en donde estará el rey de Reyes. Ante la presencia eucarística, también se intenta -con el incienso- que el lugar donde se “hace presente” Jesús esté lo más purificado y limpio posible. Y el incienso cumple muy bien esa función.


2. Sentido de misterio.

Un segundo sentido del uso del incienso es la idea de misterio. Para entenderlo mejor, recordemos lo dicho en Levítico 16, 12-13: «Después tomará un incensario lleno de brasas de fuego del altar delante del Señor (…) y la nube del perfume cubrirá el propiciatorio». Es decir, el humo del incienso cubre -en el caso de la Santa Misa- el altar con las ofrendas, esto para recordar que lo que vemos va más allá de lo que vemos: vemos pan y vino, pero en realidad se trata del Cuerpo y Sangre de Cristo. Vemos “algo”, pero lo que no vemos es todavía más grande e inimaginable. Y el humo del incienso nos evoca esa realidad “mistérica”.


3. “Suba mi oración”.

El Salmo 141,2 nos da una hermosa comparación entre el ascenso del humo de incienso y la elevación de las plegarias: «Suba mi oración delante de ti como el incienso». Esto significa entonces que así como el incienso esparcido en el altar durante la celebración sube, así también nuestras oraciones en ese momento están subiendo hasta la presencia de Dios. Esto nos recuerda además que la Santa Misa es la perfecta oración de la Iglesia que -así como el incienso- sube hasta Dios.

4. “Olor a Cristo”.

Como ya mencionamos en el primer punto, el incienso hace “agradable” el ambiente en donde se esparce, a partir de esto podemos también recordar aquel texto de 2 Cor 2,15: “Pues nosotros somos para Dios el buen olor de Cristo entre los que se salvan y entre los que se pierden”. Es decir, el buen aroma del incienso nos debe recordar que así también nosotros, como cristianos, tenemos que esparcir el “buen olor de Cristo”.

El uso del incienso en las celebraciones litúrgicas puede ser un buen elemento si recordamos estos detalles que hemos mencionado. Como vemos, desde el Antiguo Testamento se menciona el uso del incienso (cfr. Ex 30,1; Ex 30,7), y el libro del Apocalipsis lo recalca: «Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incensario, y lo llenó del fuego del altar”.

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